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El paso del Aconcagua. Diario de Vuelo – Uwe Schneider

Publicado en Ultramagic por el mundo

El paso del Aconcagua – Diario de Vuelo por Uwe Schneider.
El pasado 3 de Febrero de 2010, Josep Maria Lladó y Uwe Schneider lograron cruzar con éxito los Andes sobrevolando la vertical del Aconcagua – la montaña más alta del hemisferio Oeste, con 6.962 m (22.835 pies). Volaban el globo Ultramagic EcoMagic Aconcagua N-180. A continuación transcribimos el diario de vuelo y fotografías de los preparativos y el día del vuelo, de la mano de Uwe Schneider. 

                                       *  Abrir Mapa / Rota del Vuelo (pdf)
     
Vídeos de la travesía: * Travesía del Aconcagua part 1    * Travesía del Aconcagua part 2
                                        * Aconcagua 2010_640x480          * Aconcagua 2010 directors cut
 
 
Martes 2 de Febrero, Mañana:

Basándonos en los últimos partes y la previsión de vientos de Michael Noll, hemos decidido durante el desayuno que partiremos mañana por la mañana, con la primera luz del alba, desde un emplazamiento entre 135 y 140° respecto al Aconcagua. Esperamos tener unos 300 o 310° en superficie, y unos 330° a 35 o 40 nudos entre 4.000 y 5.000 metros. La previsión del jueves anticipa vientos con mayor componente Norte en capas medias y altas. Tras desayunar nos vamos a cargar gas a las bombonas, incluyendo un par de Christian Millas. Una es para el hinchado, y otra es por precaución, en caso de tener que extender el vuelo hasta el atardecer. De hecho, la duración del vuelo está estimada en unas 4 horas. Durante la carga, tanto Josep Maria como yo nos probamos las máscaras y comprobamos el sistema de soporte vital. Seguidamente regresamos al hotel para hacer maletas, tanto las del equipo que llevaremos a bordo como el equipaje que viajará por tierra, en el furgón de Gabriel Massini. En su viaje hacia Argentina deberán de cruzar los Andes, y allí recogerán su coche. Mientras unos lían el petate en el hotel, el resto compran provisiones para la cena y para pasar la noche de acampada en el área de despegue. Asimismo procuran agua y comida para nosotros durante el vuelo. Hacia las 2 del mediodía nos reunimos todos para refrescarnos a la piscina y disfrutar de un asado en casa de Pancho. De mientras, Christian busca algunas bengalas de emergencia y Jaume Llansana está en la aduana cerciorándose de que no va a haber problema en cruzar la frontera con los coches de alquiler y regresar después con todo el equipo.

Martes 2 de Febrero, Tarde:
Dejamos el campo base diez minutos pasadas las 4, pues no podíamos ignorar la magnífica sandía que nos ofrecieron. Una vez ya en la carretera tomamos dirección Oeste, hacia la autopista 5, para más tarde seguir hacia el Norte hasta Los Vilos. Desde allí, hacia el este para Illapel y Salamanca. Justo a la salida de una gasolinera donde paramos a repostar nos llama al alto una patrulla de policías Chilenos. ¿Porque? Josep María llevaba su carné de conducir en el otro coche, pero persuade al agente explicándole que alquiló el coche a su nombre sólo 4 días antes, con lo cual ¡ya se lo habían validado entonces! Gracias a ello pudimos seguir camino. Llegamos a Illapel, camino de Salamanca. Cruzando Illapel ojeo el GPS y parece que estamos a 137° del mismo Aconcagua. Eso es exactamente lo que necesitamos, previsión en mano. De modo que decidimos quedarnos aquí y no penetras más en la cordillera, facilitando también la faena del rescate, pues al día siguiente deberían deshacer el camino.
 

Desde un puente avistamos un magnífico prado verde a orillas del río, e intentamos acercarnos. Buscamos algunos accesos, hasta que en el tercer intento llegamos, descubriendo que se trataba de hierba blanda y húmeda. Así pues, seguimos la búsqueda por los alrededores hasta hallar un buen campo, llamado “El Mirador”. Preguntamos a los vecinos y nos dirigen a una de las casas más grandes de Illapel, donde el propietario, Alfredo Aguilera, nos recibe y nos explica sobre su dinastía y las raíces que su familia tenía en esas tierras. Nos da permiso para usar su campo y nos facilita acceso a internet, pudiendo así comprobar las últimas informaciones meteorológicas. Michael aún duerme, pero NOAA ofrece información en tiempo real a cualquier hora. Don Alfredo nos recomienda el restaurante “Parrilladas Argentinas”, donde nos reunimos todo el equipo. Pasamos una buena cena, aunque breve, pues justo al acabar se nos presentan un equipo de reporteros de TV2 Choapa, que había avisado Alfredo. Durante la cena incluso el alcalde de Illapel les dio la bienvenida por teléfono. Tras la cena preparamos la cesta para mañana, a la vez que el equipo monta las tiendas. Ah, resulta que hay un Rottweiler guardando el campo! Nos dice Alfredo, eso sí, que se portará bien si lo llamamos por su nombre, Cisco.

Miércoles 3 de Febrero, el día del Aconcagua:
A las seis y cuarto arrancamos el ventilador e hinchamos la vela. Tenemos ya con nosotros a la televisión local y algunos vecinos que contemplan los preparativos. Christian contacta con el CTR de Santiago para asignaros frecuencia radio, y a su vez vamos instalando e iniciando todos los instrumentos. El suministro de oxigeno se deja listo y a punto, y nos ponemos la ropa de abrigo. Ahora tocan algunas palabras para la televisión. No recuerdo exactamente lo que dijo Josep Maria, pero yo exclamo “¡Vamosnos! ¡Hasta Argentina!”. Abrazos emotivos y besos con los amigos que dejamos en tierra, e iniciamos el vuelo a las 6:23.
 

Ascendimos suavemente para las cámaras que nos observan, pero pronto nos hallamos una fina capa de estratos. El terreno desaparece a nuestros pies y la vista se cambia por un sol emergente tras la cordillera. A 2.000 metros encontramos unos 20 km/h al Sur, de forma que ascendimos rápido para evitar el viento. A 6.000 metros tenemos un componente que nos deriva a izquierdas de nuestro objetivo, de forma que bajamos nuevamente para quedarnos entre 4.500 y 5.000 metros, donde el viento nos lleva a 10° a su derecha. En el anterior ascenso a 6.000 metros hemos usado las máscaras de oxígeno, descubriendo una fuga en la conexión del sistema de Josep Maria. Ahora, volando más bajo, tenemos tiempo de ocupar-nos de ella. Fue un acierto llevar a bordo una bolsa con herramientas, pero aún aplicando Teflón no logramos detener la fuga. ¿Qué hacemos? ¿Abortamos? Tenemos tres bombonas de oxígeno a bordo, dos de ellas de 5 litros para soporte vital, con dos máscaras en cada una. Una está casi llena, y la otra a la mitad debido a la fuga. La tercera bombona es de 8 litros, y está destinada a alimentar las llamas piloto especiales del quemador. Tenemos a disposición todo tipo de herramientas y acoples para alternar de un circuito al otro. A la vista de la situación, decidimos seguir adelante, aproximándonos al objetivo a una altitud un tanto más moderada, donde sólo usamos el oxigeno de forma esporádica.
 
A medida que nos acercamos al Aconcagua, aumente el viento que nos empuja hacia su izquierda. Unos 30 minutos antes de llegar al pico subimos a 6.000 metros, y a falta de 25 km, iniciamos el ascenso para superarlo. Dicho ascenso no es tan rápido como de costumbre pues el oxigeno aquí escasea y la combustión es mucho más pobre. Una abertura repentina de las válvulas principales conllevaba el apagado de las llamas piloto, y por lo tanto no prendía el gas. En cambio, abriendo suavemente hasta la mitad de la potencia logramos una llama aceptable, que se alzaba y se separaba del serpentín en caso de excedernos. Así que decidimos usar simultáneamente dos quemadores de forma manual, a media potencia, para seguir ascendiendo entre 2 y 3 metros por segundo. Con el viento predominante superamos el Aconcagua un poco por el Norte. Es un buen ángulo para las fotos, pues Josep Maria ya voló por la ladera Sur en 2004, tomando fotos distintas. Subimos aún más para evitar las turbulencias orográficas, pero ahora resulta francamente difícil mantener la llama adecuada. Al final optamos por usar tres quemadores. El quemador utilizado desde el principio es el Mk-21, pues éste dispone de las llamas piloto adicionales con oxígeno, y ofrece una llama de aproximadamente un metro. Ésta sirve para prender la llama del Powerplus, en paralelo. Con ésta técnica logramos ascender a 9.000 metros. Josep Maria arma una bengala como prevención en caso de apagón de las llamas, pero no resulta necesaria.
 
Tras el Aconcagua hallamos un profundo valle donde se dibuja la frontera entre Chile y Argentina, que nosotros cruzamos en diagonal. Sigue una nueva cordillera de cimas de 6.000 metros, donde mantenemos la altitud con el fin de superarlos. Tras ellos descendemos por las llanuras procurando no exceder los 4 metros por segundo. El viento decae gradualmente, y nos alegramos de las turbulencias que hemos encontrado, pues han sido relativamente suaves. La boca del globo se ha vuelto cóncava en ocasiones, cosa previsible teniendo en cuenta la poca carga que llevamos para un 180. Seguimos descendiendo hasta los 3.500 metros, encontrando sólo 20 km/h, así que decidimos volver a ascender a los 4.000 metros, adoptando rumbo Este – Sureste a 28 km/h hasta cruzar la carretera que deja Mendoza al Sur. Gracias a las nubes que tenemos debajo intuimos que los vientos a baja cota nos devolverían atrás. Así pues nos alejamos unos 2 km y abrimos el paracaídas, descendiendo hasta cruzar de nuevo la carretera, y aterrizando en un campo adyacente a las 12.06, a una velocidad de 17 km/h, y arrastrándonos una quincena de metros hasta detenernos.
 
Justo cuando empezamos a plegar la envoltura una multitud entra en el campo. Se presentan varios periodistas, encabezados por el piloto local Eduardo Vaqués. Se atienden numerosas entrevistas y se toman cientos de fotos. Unos cuarenta minutos más tarde interrumpimos las explicaciones para acabar de recoger la vela, pues se ha girado viento racheado de entre ¡25 y 40 km/h! De hecho, incluso apreciamos algunos remolinos de arena cuando cargamos la cesta y la vela en el remolque de un agricultor, al que le confiamos el equipo mientras nos dirigimos al aeropuerto de Mendoza a informar las autoridades. Allí descubrimos que el plan de vuelo y el NOTAM emitidos no son válidos en Argentina. En teoría, acabamos de cruzar la frontera Argentina invadiendo espacio aéreo controlado sin permiso. Afortunadamente algunos de los controladores eran antiguos conocidos de Josep María, y tras explicarnos cuáles eran los pasos a seguir ante una hipotética siguiente ocasión, el director del aeropuerto nos ayudó con los trámites de aduanas e inmigración. Al mismo tiempo, los seguidores locales los habían reservado ya hotel para todos. A las 8 de la tarde llegaba el equipo de rescate, para acabar poco después celebrando este magnífico día con una gran paella y buen vino en el casal catalán de Mendoza.